Lucy in the Sky With Diamonds

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Corría lejos del incendio, su delgado cuerpo burlaba los objetos que caían desde lo alto, otra vez, salió airosa del ataque. Lucila, el único miembro femenino de Anarquía 1900, sobrevive desde hace seis meses, a los estragos de las bombas que ella arma y coloca en las principales instalaciones gubernamentales.


Después de medio año, el gobierno la conoce bien. Tras un operativo extenso y elaborado, han logrado capturarla, no la encerrarán, no la condenaron a cadena perpetua, ni a la silla, ni a la cámara de gases; ha sido algo peor. Trabajar para el gobierno que tanto había atacado. Misión de rescate, una muerte estratégica y un par de diamantes por recompensa.


Rescatar a la hija del embajador: la misión principal; una niña de siete años, secuestrada por un grupo guerrillero; curiosamente el líder guerrillero fue el padrastro de Lucila, hasta que mató a su esposa. Era el turno de su venganza, podría mutilar lentamente al asesino de su madre y además, quedarse con los diamantes más valiosos del continente; o tal vez hacerlo estallar.


Tomó dos semanas prepararlo todo: planos de la base de la guerrilla, equipo de invasión, armamento necesario y una ligera carga de explosivos, excelente para una sola persona. La niña no importaba; vengarse y hacerse rica era lo importante. Tomar los diamantes fue sencillo, estaban solos en una de las bodegas inferiores de la construcción. Lo complicado fue encontrar a su víctima, antes fue encontrada por él, la había seguido desde que llegó. Después de correr escapando de él, Lucila encontró una bóveda llena de explosivos, decidió terminar con todo e incendiar el lugar, ella podría escapar por una de las ventilas. Pero no fue así. Fue alcanzada por el fuego. Todo explotó. En el cielo se alcanzó a ver a Lucy y sus diamantes.

16 de septiembre 2008

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Vi toda mi vida pasar frente a mis ojos y fallecí.

Aún destrozada puedo recordar mi primer segundo de vida, aquel en que vi la luz por primera vez; antes de ese momento jamás había sentido el aire sobre mí. Cuando aquel hombre desconocido me tomó con esas grandes manos cubiertas por un par de guantes, me sentí la más importante del mundo; era como si me hubiera escogido a mí de entre un millón más, todas parecidas a mí pero no iguales. Algo tuvo que haber encontrado en mí para sacarme del lugar tan incómodo donde estaba. Me tomó con una mano, me acercó a él, quitó una parte de mí, esa parte que evitaría que fuera libre, que me haría igual a las demás; me levantó sobre su cabeza...Sentí un pequeño golpe detrás de mí.

La Luna brillaba fuerte sobre mí, el ruido a mi alrededor era ensordecedor, de repente me nació una gran necesidad de gritar, de sacar todo lo que yacía dentro de mí, una necesidad incontrolable de explotar.  Toqué el suelo firmemente, fuerte, de tal manera que me sentía parte de él, un calor indescriptible dentro de mí, comenzó a crecer y a cada segundo se hacía más y más grande. Hasta que no pude más, todos aquellos sentimientos de odio que desde mi nacimiento giraban en torno a mí, salieron disparados hacia todos lados, no supe a quién dañé, no supe a quién ayudé; sólo sé que mi vida terminó, que exploté y que de mí no queda más que heridas y quemaduras en personas que festejaban la independencia de su país.